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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

30 julio 2012

LA PRENSA CATÓLICA CATALANA DE 1868 A 1900


Solange HIBBS-LISSORGUES
Universidad de Toulouse-Le Mirail

A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, la prensa católica que es reflejo de distintos grupos ideológicos. Utilizada como un instrumento de poder religioso y político por los carlistas e integristas, esta prensa tenía una dimensión ante todo militante y combativa. Se benefició de la movilización y colaboración del clero, que en Cataluña se adhería en su gran mayoría al integrismo. Es de notar la colaboración, en dicha prensa, de los políticos católicos que con sus luchas intestinas la transformaron en tribuna política. La prensa católica no solo refleja las divisiones de los católicos, sino que también las recogía e incluso las agravaba...

LA PRENSA CATÓLICA CATALANA DE 1868 A 1900 (I)

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  • 28 julio 2012

    EL LIBERALISMO ES PECADO


    El liberalismo es pecado
    Félix Sardá y Salvany, sacerdote, teólogo y escritor catalán (1841-1916).

    Liberalismo español
    Wikipedia.

    1   Liberalismo español
    Liberalismo español es una etiqueta historiográfica y de teoría política que se aplica en muy diferentes contextos históricos de la Edad Contemporánea en España, además de a la ideología del liberalismo en España.
    La revolución liberal española como movimiento político[2] en el que se incluyen las distintas corrientes que han recibido en España la denominación de liberales o liberales españoles, tuvo como inicio la Guerra de Independencia Española (1808-1814), como escenario fundamental las Cortes de Cádiz (1810-1814) y como texto referente la Constitución de 1812, hasta tal punto que se utiliza la denominación de liberalismo gaditano.
    La configuración del Estado liberal se fue gestando durante el reinado de Isabel II (1833-1868), periodo el que se produce no tanto la definitiva configuración del Nuevo Régimen o Régimen Liberal, sino una accidentada sucesión de intentos de definirlo de maneras más o menos liberales (moderadas -más eclécticas y contemporizadoras- o progresistas -más radicales o revolucionarias-), frente a la resistencia reaccionaria representada por los carlistas y los neocatólicos. Entre toda la actividad legislativa, fueron decisivas para el cambio económico y social las dos desamortizaciones, la legislación fiscal, minera y ferroviaria, y la ley Moyano de educación; mientras que menor suerte tuvieron los ensayos pendularmente opuestos de textos constitucionales que pretendían asentar la configuración jurídico-institucional.
    Al mismo tiempo, se iban desarrollando procesos históricos de recorrido mucho más extenso: una lenta (para algunos autores "fracasada") revolución industrial española, un capitalismo español con características propias, un cambio social correspondiente a la revolución burguesa, pero en el que el protagonismo de la burguesía fue escaso, y una peculiar construcción de la identidad nacional: el nacionalismo español.[3]
    Muy distintos partidos políticos españoles han recibido la denominación de Partido liberal.
    Preliberales
    Los precursores del liberalismo en la segunda mitad del siglo XVIII, dentro de la ilustración política en España, con muy distintas orientaciones: los aristócratas (Conde de Floridablanca, Conde de Aranda) los burócratas e intelectuales (Jovellanos, Campomanes, Meléndez Valdés, León de Arroyal) y los pequeños y completamente marginales grupos de radicales (Conspiración de Picornell). Aunque no suele aplicárseles la denominación de liberales o preliberales, hay algún uso bibliográfico de ello.[4]
    Liberalismo gaditano
    Los liberales de las Cortes de Cádiz (1810-1814), momento histórico en el que se acuñó el término "liberal" en su acepción actual, exportado al vocabulario político de todos los idiomas.[5] [6] [7] La nómina de los liberales gaditanos es muy extensa: Agustín Arguelles, Diego Muñoz Torrero, el conde de Toreno, Gabriel Ciscar, Pedro Agar y Bustillo, etc. Los que ocupaban una postura intermedia entre liberales y serviles o absolutistas españoles fueron denominados jovellanistas. En el debate público entre liberales y absolutistas que se producía en la prensa gaditana y en libelos de contenido político editados en la misma ciudad, destacó por el lado liberal Antonio Puigblanch, que escribía bajo el seudónimo de Natanael Jomtob (La Inquisición sin máscara o Disertación en que se prueban hasta la evidencia los vicios de este tribunal y la necesidad de que se suprima, 1811), y Carmen de Silva, que editó El Robespierre Español a partir del ingreso en prisión de su marido (Pascasio Fernández Sardino -mozo de botica o médico castrense, según distintas fuentes-, resentido contra los militares, que es denominado políticamente como "gorro": patriota exaltado... [y] liberal radical-extremista).[8] El periódico liberal más influyente fue El Conciso, que llegó a distribuir dos mil ejemplares (vendidos directamente en la redacción), lo que para la época era extraordinario (la mayor parte de la población no sabía leer, y oía las lecturas públicas que se realizaban en las numerosas tertulias políticas de la ciudad, en cafés y ateneos). En El Conciso solía publicar Francisco Sánchez Barbero. Otro periódico liberal era El Tribuno, de Muñoz Torrero. La oposición liberal/absolutista se trasladó a la moda, identificándose los trajes a la liberal entre los burgueses gaditanos, por contraste con la moda castiza madrileña del gusto de la aristocracia.[9]
    Exilio liberal
    Los liberales en el exilio, que se inicia en 1814 y se repitió en 1823;[10] y al que salieron tanto los afrancesados (Juan Antonio Llorente, Juan Meléndez Valdés, Leandro Fernández de Moratín, Alberto Lista, Mariano Luis de Urquijo, etc.) como los patriotas gaditanos.
    Los liberales escogieron sobre todo Londres, varios de ellos bajo la protección de Lord Holland[11] (los anteriormente citados, otros previamente expatriados, como José María Blanco White, y muchos otros: Joaquín Lorenzo Villanueva, Jaime Villanueva, José Canga Argüelles, Vicente Salvá, Antonio Puigblanch, etc.) Otros eligieron Gibraltar, cuya proximidad les permitía intervenir en las conspiraciones insurreccionales (Torrijos), y donde también posteriormente tuvieron origen algunos evangelizadores protestantes (que pudieron entrar en España tras la revolución de 1868 -Juan Bautista Cabrera, Manuel Matamoros-).[12]
    También fue Francia un destino muy elegido, donde llegaron a convivir afrancesados y patriotas (en ciudades como París y Burdeos -donde pasó sus últimos años Goya, en contacto con Leandro Fernández de Moratín y un grupo de españoles entre los que estaban comerciantes y financieros como Juan Bautista Muguiro y Martín Miguel de Goicoechea, que emparentó con el pintor-[13] ).
    En Portugal se radicó otro grupo de exiliados liberales españoles. En la colonia española de Lisboa conoció Espronceda a la que sería su mujer, Teresa Mancha, hija de un militar liberal exiliado (1826-1827).
    La diáspora liberal española fue decisiva para la internacionalización de la clase política y la difusión de ideas y prácticas políticas, en ambas direcciones (los españoles se impregnaron de la cultura europea al tiempo que exportaban una particular imagen romántica de España -exotismo- y suscitaban un interés serio por su estudio -hispanismo-). La difusión exterior de la Constitución de Cádiz de 1812 fue tal, que llegó a imponerse como modelo constitucional para en las revoluciones de 1820 en Portugal e Italia.
    Liberalismo en el Trienio
    Los liberales del Trienio liberal (1820-1823), escindidos entre doceañistas o moderados (Evaristo Pérez de Castro, Eusebio Bardají, José Gabriel de Silva -marqués de Santa Cruz-, y Francisco Martínez de la Rosa) y veinteañistas o exaltados (Rafael del Riego, Evaristo Fernández de San Miguel). También se utilizaban las expresiones fracción templada y fracción de los constitucionales.[14]
    Liberalismo isabelino
    Los liberales del reinado de Isabel II (1833-1868), escindidos entre el moderantismo (Martínez de la Rosa, Alejandro Mon, Ramón María Narváez, Luis González Bravo) y el liberalismo progresista (Juan Álvarez Mendizábal, Baldomero Espartero, Pascual Madoz); hubo también partidos intermedios, como la Unión Liberal (Leopoldo O'Donnell).
    El término "isabelino" se utilizó como contraposición al término "carlista" para identificar a los partidarios de la construcción de un Estado liberal -más o menos progresista o moderado- frente a los defensores del Antiguo Régimen. También se utilizó, durante algún tiempo, el término "cristino" (por la reina regente María Cristina de Borbón).
    Liberalismo económico en España
    Desde los años centrales del siglo XIX se inició un debate intelectual y político entre el proteccionismo y el librecambismo, que implicaba la expresión de intereses de dos grupos antagónicos: la oligarquía terrateniente castellano-andaluza que, mientras se benefició de la posibilidad de exportar los excedentes agrícolas generados por la desamortización y el incremento de la superficie cultivada, no veía ningún inconveniente en abrir al capital extranjero el mercado de productos industriales, la explotación de los yacimientos mineros o el tendido ferroviario (empresas inabordables para el escaso capital nacional, habituado al rentismo); mientras que la burguesía catalana defendía el proteccionismo, para reservar el débil mercado nacional y los restos de mercado colonial a sus productos textiles. La convergencia de intereses entre ambas partes de la clase dominante no se produjo hasta finales del siglo XIX, provocando un incremento arancelario que convirtió a España en uno de los mercados más proteccionistas del mundo hasta la salida de la autarquía y el Plan de Estabilización de 1959 pilotado por los tecnócratas del Opus Dei. En todo el periodo se produjeron pendulaciones de la política económica: el librecambismo anglófilo de Espartero (que llegó a bombardear Barcelona en 1842), el arancel moderado de 1847 (continuación de la reforma fiscal Mon-Santillán), el arancel Figuerola de 1869, el arancel de guerra de 1891, el arancel Cambó de 1922 y la postura de José Calvo Sotelo contra el patrón oro debida a los estudios de Flores de Lemus.[15]
    La identificada como escuela de economistas liberales españoles estuvo formada por autores como José Alonso Ortiz, José Canga Argüelles, Álvaro Flórez Estrada y Valentín de Foronda.[16] A pesar de la divergencia de intereses con la burguesía industrial catalana (representados por la escuela proteccionista de Eudald Jaumeandreu), hubo también catalanes entre los economistas partidarios del librecambismo: Laureano Figuerola, Joaquín Sanromá, Luis María Pastor, los hermanos Bona o Joaquín Gisbert. Entre las instituciones identificadas con la tendencia librecambista estaban la Sociedad Libre de Economía Política y la Asociación para la Reforma de los Aranceles, además de otras más veteranas, como la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País y los Círculos Mercantiles e Industriales.[17] Entre las identificadas con la tendencia proteccionista estaban el Instituto Industrial, la Sociedad para el Fomento del Trabajo Nacional, el Fomento de la Producción Nacional y otras instituciones que desde 1771 venían funcionando como grupo de presión o patronal textil, precedentes del Fomento del Trabajo Nacional (denominado así desde 1889).[18]
    Liberalismo en el Sexenio
    El Sexenio democrático significó el acceso al poder de la izquierda liberal, desde los demócratas hasta los republicanos. Del mismo modo que socialmente la burguesía pasó de revolucionaria a conservadora,[19] el término "liberal" dejó de identificar las opciones radicales para pasar a ser un patrimonio común de todas las opciones centrales del sistema político, que únicamente excluía a las opciones extremas o marginales (carlismo y movimiento obrero). El mismo príncipe exiliado Alfonso de Borbón utiliza el término para calificarse a sí mismo en el manifiesto de Sandhurst (1 de diciembre de 1874):
    Ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal.
    Liberalismo en la Restauración
    La cuestión universitaria de 1875 que privó de sus cátedras a los krausistas, desembocó en la creación de la Institución Libre de Enseñanza, refugio del libre pensamiento y los valores civiles que se identificaban tradicionalmente con el liberalismo; mientras que el nombre de liberal pasó a devaluarse por su identificación con uno de los partidos dinásticos: los liberales de la Restauración (1875-1923), identificados con el Partido liberal fusionista de Práxedes Mateo Sagasta y sus sucesivas escisiones y refundaciones (Eugenio Montero Ríos, José Canalejas, Segismundo Moret, Álvaro de Figueroa -conde de Romanones-).
    - Yo no sé, don José, cómo son los liberales, tan perros, tan inmorales.
    - Oh, tranquilícese usté. Pasados los carnavales vendrán los conservadores, buenos administradores de su casa.

    Título de un folleto de muy amplia divulgación escrito por Félix Sardá y Salvany en 1884
    Liberalismo en el primer tercio del siglo XX
    La crisis de la Restauración disolvió el sistema turnista de partidos dinásticos (desde el desastre de 1898, pero especialmente a partir de la crisis de 1917). En los años siguientes (entre 1923 y 1939) se sucedieron la Dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República Española y la Guerra Civil Española, periodos en los que no hubo ninguna agrupación política de importancia que se identificara con la etiqueta liberal; pasando a ser los republicanos los que se apropiaron de su espacio y sus valores, en especial los intelectuales de la agrupación al servicio de la República (José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón[20] y Ramón Pérez de Ayala). El pensamiento de Ortega y sus discípulos (María Zambrano, Julián Marías) se ha identificado frecuentemente con el liberalismo, incluso por ellos mismos, con mayores o menores matices.[21] Incluso una figura del movimiento obrero como Indalecio Prieto pudo hacer una asociación de su ideología con un término que ya no implicaba identificación partidista alguna: soy socialista a fuer de liberal (1922).[22]
    Liberalismo bajo el franquismo
    Durante el régimen de Franco (1939-1975), momento en que la palabra liberal se utilizaba como insulto (intercambiable con la palabra "masón" o "politicastro" -el desprestigio de la política como actividad y la conspiración judeomasónica eran obsesiones personales del propio Franco-[23] ), la etiqueta de liberalismo era utilizada por elementos moderados de la oposición al franquismo e incluso por elementos de la denominada familia "monárquica" o "juanista" dentro de las familias del franquismo; especialmente a los implicados en el denominado contubernio de Múnich y a los que formaron parte de las distintas organizaciones de integración política de finales del franquismo, como la Platajunta (Antonio de Senillosa, José Luis de Vilallonga).
    Liberalismo en la Transición
    Durante la Transición Española (desde 1975) y el actual sistema democrático, la existencia de partidos liberales ha sido muy minoritaria en términos electorales. El espacio político del liberalismo fue reivindicado por grupos muy opuestos entre sí:
    Liberalismo español en la actualidad
    Dentro del amplio y difuso espacio social que a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI se identifica con la tradición y los valores del liberalismo, la etiqueta liberal suele aplicarse a algunos dirigentes de las organizaciones empresariales, como la CEOE (José Antonio Segurado), ciertas fundaciones (Fundación Ortega-Marañón), y a personalidades del mundo académico, especialmente en economía (Pedro Schwartz).
    Neoliberalismo español
    En el contexto histórico del proceso de globalización, la adopción del término "neoliberalismo español" se aplica, como en el caso general ("neoliberalismo") a las políticas económicas desreguladoras y privatizadoras (aplicadas por gobiernos españoles de cualquier signo, los del PSOE y los del PP) y por las organizaciones internacionales (FMI, Unión Europea -criterios de convergencia-),[28] además de a los individuos (intelectuales, políticos o empresarios) o instituciones (think tanks como la FAES -vinculada al PP- o el Instituto Juan de Mariana[29] ) identificados especialmente con ellas y con el concepto de sociedad de mercado.[30]