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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

10 julio 2012

Por la escuela pública 
¡Ahora más que nunca!

Las escuelas tienen más de 5.000 años de existencia en el mundo occidental, desde las primeras escuelas que, en Sumeria (Uruk), se especializaban en la enseñanza de la escritura.
Durante miles de años el objetivo de los templos, era enseñar la escritura cuneiforme a una clase social privilegiada, este lenguaje escrito también puede hallarse en China (caracteres) o Egipto (jeroglíficos). En las culturas orales, el aprendizaje era fruto de la experiencia en las actividades de la vida cotidiana. La aparición de la escritura impone la descontextualización o disociación entre las actividades de enseñanza/aprendizaje y las actividades de la vida diaria. Aprender a leer y escribir requería el uso de medios extraordinarios: no era ya posible hacerlo mediante la observación y la repetición de los actos de los adultos, muchas veces en forma de juego, que eran la forma natural de socialización. La palabra, escrita y hablada, tomaba el relevo de la experiencia directa con las cosas, en las cuales la necesidad de racionalizar el uso de los recursos hizo necesario la creación de códigos o "libros de deberes". Así nacieron los grupos de discusión, enseñanza y aprendizaje, "las peñas del saber", en donde la simple conversación no estructurada conducía a la manipulación primaria de los saberes necesarios por esa incipiente "sociedad".
            El hecho educativo no lo presenta la historia como un hecho aislado, se estudia vinculándolo con las diversas orientaciones filosóficas, religiosas, sociales y políticas que sobre él han influido. Los sistemas de educación más antiguos conocidos tenían dos características comunes, enseñaban religión y mantenían los principios de la escritura, ciencia, matemáticas y arquitectura. Estos conocimientos estaban reservados exclusivamente a sacerdotes, y escribas reales. Este déficit educativo provocó la congelación durante miles de años del desarrollo científico, cultural y humano de nuestra sociedad.
            La educación de la antigua Grecia donde Sócrates, Platón, Aristóteles…, fueron los  pensadores que influyeron en su concepción educativa con el objetivo de preparar a los jóvenes intelectualmente para asumir posiciones de liderazgo en las tareas del Estado y la sociedad.
            La educación romana después de un periodo inicial en el que se siguieron las viejas tradiciones religiosas y culturales, se decantó por el uso de profesores griegos, tanto en Roma como en Atenas. La educación romana transmitió al mundo occidental el estudio de la lengua latina, (latín) la literatura clásica, la ingeniería, el derecho, la administración y la organización del gobierno.
            Durante el siglo IX en el occidente europeo ocurrieron dos hechos importantes en el ámbito educativo. Carlomagno, reconociendo el valor de la educación, trajo de Inglaterra a clérigos y educadores para desarrollar una escuela en el palacio. El Rey Alfredo el Grande promovió instituciones educativas en Inglaterra que eran controladas por los monasterios. Entre los siglos VI al XIV la presencia de los musulmanes en la península Ibérica hizo del Califato de Córdoba y la Taifa de Toledo, destacados centros para el  estudio de la filosofía, la cultura clásica, las ciencias y las matemáticas. Raimundo Arzobispo de Toledo (1124-1152),  fue el impulsor que dio a la formación de la Escuela de Traductores de Toledo, grupo de trabajo que incluía a los mozárabes toledanos, los judíos de la ciudad, los profesores de la madrasa de la ciudad y nuevos pensadores, fundamentalmente monjes cluniacienses.
            En el desarrollo de la educación superior durante la edad media los musulmanes y los judíos desempeñaron un papel crucial, pues no sólo promovieron la educación dentro de sus propias comunidades, sino que intervinieron también como intermediarios del pensamiento y la ciencia de la antigua Grecia a los estudios europeos.
El Renacimiento fue un periodo en el que el estudio de las matemáticas y los clásicos llegó a extenderse, como consecuencia del interés por la cultura clásica griega y romana que aumentó con el descubrimiento de manuscritos guardados en los monasterios. Muchos profesores de la lengua y literatura griega emigraron desde Constantinopla a Italia. Durante este periodo se dio una gran importancia a la cultura griega y romana enseñada en las escuelas de gramática latina, que llegaron a ser el modelo de la enseñanza secundaria en Europa hasta finales del siglo XIX.
Los católicos siguieron las ideas educativas del renacimiento en las escuelas que ya dirigían o que promocionaron como respuesta a la creciente influencia del protestantismo, dentro del espíritu de la Contrarreforma.
Los jesuitas (Compañía de Jesús), como se conoce a los miembros de la congregación promovieron un sistema de escuelas que ha tenido un papel preponderante en el desarrollo de la educación católica en muchos países desde el siglo XVI.
Las escuelas, en sus diversas manifestaciones, fueron lugares donde los estudiantes se reunían para aprender bajo la guía de uno o más maestros. Excepto por los dos últimos siglos (una pequeñez en materia histórica) los estudiantes recibieron enseñanza individualizada, es decir adaptada a sus intereses y capacidades. El hecho de que los estudiantes estuviesen en la misma habitación nunca implicó que estudiasen los mismos materiales. ¿Qué generó el cambio? La influencia de dos revoluciones: (Revolución francesa) la Revolución Francesa, que democratizó la enseñanza – hasta ese momento disfrutada esencialmente por las clases dominantes – y la Revolución Industrial, que sustituyó la producción artesanal por la producción en serie.
Ya en el siglo pasado se escucharon fuertes voces en contra de la masificación ciega de la enseñanza, pero sin mucho éxito.  

El siglo XVIII fue el periodo en que los sistemas nacionales de escolarización se organizaron en los países europeos, la escuela pública empieza en Francia y se debe al eminente matemático, filósofo y politólogo francés  Jean-Antoine-Nicolas de Caritat (1743-1794 – Marques de Condorcet). Condorcet  formó parte del movimiento ilustrado e integró el Comité de Instrucción Pública creado por la Asamblea Legislativa de Francia. Ante dicha Asamblea, presentó en abril de 1792, el “Informe y proyecto de decreto para la organización general de la instrucción pública”, el cual sintetiza y articula las ideas contenidas en sus cinco Memorias sobre la instrucción pública.
            En esas Memorias, se formulan los principios que inspiraron la política educativa de las democracias occidentales, entre ellas: el rigor científico de los contenidos curriculares como bases de la laicidad (laicidad y laicismo); la democratización de la enseñanza con el fin de formar ciudadanos autónomos; la idea de la instrucción como un proceso que debe abarcar todas las edades; la libertad de cátedra, la creación de centros de estudio, la necesaria autonomía de la enseñanza respecto del poder ejecutivo, como forma de proteger los contenidos, de la tendencia a los excesos del poder; la promoción del talento individual y el cultivo de las excelencias humanas; la igualdad en el acceso a la educación de hombres y mujeres, y por último, la prevención de que la instrucción pública no quede limitada al utilitarismo ni a la voluntad de grupos particulares.
"Esta alma sosegada y moderada en el curso ordinario de la vida, se convierte en ardiente y fogosa cuando se trata de defender a los oprimidos o de defender lo que aún le es más querido: la libertad de los hombres…”
·        “Su ley fundamental es el progreso del espíritu humano, lo que permite mejorar moral y materialmente al hombre. Este progreso viene dado a través de los conocimientos.
·        Hay una lucha entre el afán de saber y la superstición de los que pretenden conservar sus privilegios. Por lo tanto es una lucha entre curas y filósofos, de modo que se trata de una historia agonista. A la larga se impondrán los partidarios del progreso.
·        Lo que dificulta al progreso son las desigualdades, tanto individuales como nacionales. Dice que si hay igualdad, habrá felicidad.”
·        (Jean-Antoine-Nicolas de Caritat (1743-1794)
El siglo XIX fue el periodo en que los sistemas nacionales de escolarización se organizaron en los países europeos.
Al comienzo del siglo XX la actividad educativa se vio muy influenciada por los escritos de la feminista y educadora sueca Ellen Key (1849-1926). Su libro “El siglo de los niños” (1900) fue traducido a varias lenguas e inspiró a los educadores progresistas en muchos países. La educación progresista era un sistema de enseñanza basado en las necesidades y en las potencialidades del niño más que en las necesidades de la sociedad o en los preceptos de la religión.


En 1843 el profesor Julián Sanz del Río (1814-1869) introduce, en España, la filosofía de Karl Christian Friedrich Krause. Francisco Giner de los Ríos, discípulo de Sanz del Río, Fernando de Castro y Pajares, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate y otros profesores, siguen la escuela krausiana.
Emilio Castelar escribe unos artículos contra la iniciativa de Isabel II de enajenar los bienes del Real Patrimonio para dar una tercera parte al Erario, y el Gobierno le priva de su cátedra.
El grupo de profesores krausistas protesta por esta determinación y Sanz del Río y Fernando de Castro son destituidos; a Giner se le suspende en el ejercicio de la cátedra, mientras se sustancia el expediente que se le abre (1867)

El concordato de 1851 reconoce el derecho de la Iglesia Católica a fiscalizar la enseñanza no sólo de los colegios religiosos, sino también de las escuelas públicas (y así quedó reflejado en la Ley Moyano de 1857), aunque no se llegó a aceptar la pretensión de la Iglesia de que ésta controlara también el nombramiento de maestros y profesores y aprobara los libros de texto, tanto en centros públicos como privado.
La revolución de 1868 repone, en sus cátedras, a los profesores destituidos y suspensos; Castro ocupa el Rectorado de la Universidad, y él mismo y el grupo krausista realizan una gran labor en pro de la cultura. Pero, una vez restaurada la monarquía de Alfonso XII, el ministro de Fomento, Manuel Orovio Echagüe (1867), exige una serie de medidas de control de la enseñanza superior, contra las cuales protestan, de nuevo los catedráticos de talante liberal. Esta vez el Gobierno es más duro; se abren expedientes, se encarcela a algunos profesores -entre ellos Giner- y se confina a otros (1875). Al fin, se les priva de sus cátedras. En vista de ello, Giner, Azcárate, Salmerón, Eugenio Montero Ríos, Vicente Cantos Figuerola, etcétera, fundan, en 1876, una Institución Libre de Enseñanza, que se dedica a la superior y a la secundaria, en un principio, y cuyo credo es la neutralidad religiosa y política y la independencia total del Estado y de toda comunión religiosa o escuela filosófica.
           
A partir de 1881 empezaron a enseñar en la ILE profesores formados en ella (Manuel Bartolomé Cossío, que sucederá a Giner al frente de la Institución, Ricardo Rubio, Pedro Blanco, Ángel do Rego, José Ontañón, Pedro Jiménez-Landi, ...), realizando una labor que consolidó el proyecto y aseguró su futuro, de forma que hasta la Guerra Civil de 1936 se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.

La falta de medios y la negativa del Estado a reconocer oficialmente los estudios realizados en el nuevo centro obligan a Giner a prescindir de la enseñanza superior (1882), limitándose a una escuela de niños, cuyos métodos corresponden a la que se ha llamado escuela activa, y dando primacía a la educación sobre la enseñanza. La finalidad de la Institución es formar hombres y la ética tiene primordial importancia. A partir de 1885 se inaugura la coeducación, con la escuela de párvulos.
           
Independientemente de la Institución, Giner y su discípulo Manuel Bartolomé Cossío inspiran la creación de centros estatales, que han contribuido, fundamentalmente, a renovar la cultura española. Así: el Museo Pedagógico de Instrucción Primaria, el Instituto de Reformas Sociales, el Instituto Central Meteorológico, la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimentales de Santander, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, que a su vez creó la Residencia de Estudiantes para varones y otra para señoritas, el Instituto-Escuela de segunda enseñanza, el Instituto de Investigaciones Biológicas Santiago Ramón y Cajal y el de Física y Química. La Junta daba, además, becas para realizar estudios en el extranjero. Por iniciativa de Cossío, el Gobierno de la República estableció las Misiones Pedagógicas, que recorrían los pueblos de España, y el ministro institucionista Fernando de los Ríos Urruti fundó la Universidad Internacional, de Santander. La labor pedagógica de los institucionistas se extendió a numerosos centros entre los que importa destacar el Patronato para el niño delincuente, cuando no existía aún el Tribunal de Protección de menores. La obra de Giner y de sus seguidores ha sido profunda y enorme, pero tuvo siempre en contra a los elementos más reaccionarios del país. La guerra civil de 1936-1939 obligó a cerrar el centro y el Estado se incautó de todos sus bienes, que han sido devueltos en 1978, después de restablecido en España un orden constitucional.

La educación de la humanidad, así como las exigencias de preparación para llevarlo a cabo acentuó (el mensaje krausistas), en los llamados “Krausistas españoles”, grupo constituido por un buen número de amigos y compañeros y otros muchos más numeroso de discípulos, entre los cuales Giner fue el más destacado, en una España con resabios feudalistas, (feudalismo) una economía prácticamente agrícola, un atraso en muchos ámbitos y poco respeto a las ideas de los demás.

Fuentes:
Wikipedia
Fundación Francisco Giner de los Ríos
(Institución Libre de Enseñanza)

La Escuela de la Institución. Por Teresa Rodríguez de Lecea.
Presupuestos filosóficos: el krausismo. Por Teresa Rodríguez de Lecea.
La Junta para Ampliación de Estudios. Por Alfonso Ruiz Miguel.

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