Liberalismo español
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1 Liberalismo español
Preliberales
Liberalismo gaditano
Los liberales de las Cortes de Cádiz (1810-1814), momento histórico en el que se acuñó el término "liberal" en su acepción actual, exportado al vocabulario político de todos los idiomas.[5] [6] [7] La nómina de los liberales gaditanos es muy extensa: Agustín Arguelles, Diego Muñoz Torrero, el conde de Toreno, Gabriel Ciscar, Pedro Agar y Bustillo, etc. Los que ocupaban una postura intermedia entre liberales y serviles o absolutistas españoles fueron denominados jovellanistas. En el debate público entre liberales y absolutistas que se producía en la prensa gaditana y en libelos de contenido político editados en la misma ciudad, destacó por el lado liberal Antonio Puigblanch, que escribía bajo el seudónimo de Natanael Jomtob (La Inquisición sin máscara o Disertación en que se prueban hasta la evidencia los vicios de este tribunal y la necesidad de que se suprima, 1811), y Carmen de Silva, que editó El Robespierre Español a partir del ingreso en prisión de su marido (Pascasio Fernández Sardino -mozo de botica o médico castrense, según distintas fuentes-, resentido contra los militares, que es denominado políticamente como "gorro": patriota exaltado... [y] liberal radical-extremista).[8] El periódico liberal más influyente fue El Conciso, que llegó a distribuir dos mil ejemplares (vendidos directamente en la redacción), lo que para la época era extraordinario (la mayor parte de la población no sabía leer, y oía las lecturas públicas que se realizaban en las numerosas tertulias políticas de la ciudad, en cafés y ateneos). En El Conciso solía publicar Francisco Sánchez Barbero. Otro periódico liberal era El Tribuno, de Muñoz Torrero. La oposición liberal/absolutista se trasladó a la moda, identificándose los trajes a la liberal entre los burgueses gaditanos, por contraste con la moda castiza madrileña del gusto de la aristocracia.[9]
Exilio liberal
Los liberales escogieron sobre todo Londres, varios de ellos bajo la protección de Lord Holland[11] (los anteriormente citados, otros previamente expatriados, como José María Blanco White, y muchos otros: Joaquín Lorenzo Villanueva, Jaime Villanueva, José Canga Argüelles, Vicente Salvá, Antonio Puigblanch, etc.) Otros eligieron Gibraltar, cuya proximidad les permitía intervenir en las conspiraciones insurreccionales (Torrijos), y donde también posteriormente tuvieron origen algunos evangelizadores protestantes (que pudieron entrar en España tras la revolución de 1868 -Juan Bautista Cabrera, Manuel Matamoros-).[12]
En Portugal se radicó otro grupo de exiliados liberales españoles. En la colonia española de Lisboa conoció Espronceda a la que sería su mujer, Teresa Mancha, hija de un militar liberal exiliado (1826-1827).
La diáspora liberal española fue decisiva para la internacionalización de la clase política y la difusión de ideas y prácticas políticas, en ambas direcciones (los españoles se impregnaron de la cultura europea al tiempo que exportaban una particular imagen romántica de España -exotismo- y suscitaban un interés serio por su estudio -hispanismo-). La difusión exterior de la Constitución de Cádiz de 1812 fue tal, que llegó a imponerse como modelo constitucional para en las revoluciones de 1820 en Portugal e Italia.
Liberalismo en el Trienio
Liberalismo isabelino
El término "isabelino" se utilizó como contraposición al término "carlista" para identificar a los partidarios de la construcción de un Estado liberal -más o menos progresista o moderado- frente a los defensores del Antiguo Régimen. También se utilizó, durante algún tiempo, el término "cristino" (por la reina regente María Cristina de Borbón).
Liberalismo económico en España
Desde los años centrales del siglo XIX se inició un debate intelectual y político entre el proteccionismo y el librecambismo, que implicaba la expresión de intereses de dos grupos antagónicos: la oligarquía terrateniente castellano-andaluza que, mientras se benefició de la posibilidad de exportar los excedentes agrícolas generados por la desamortización y el incremento de la superficie cultivada, no veía ningún inconveniente en abrir al capital extranjero el mercado de productos industriales, la explotación de los yacimientos mineros o el tendido ferroviario (empresas inabordables para el escaso capital nacional, habituado al rentismo); mientras que la burguesía catalana defendía el proteccionismo, para reservar el débil mercado nacional y los restos de mercado colonial a sus productos textiles. La convergencia de intereses entre ambas partes de la clase dominante no se produjo hasta finales del siglo XIX, provocando un incremento arancelario que convirtió a España en uno de los mercados más proteccionistas del mundo hasta la salida de la autarquía y el Plan de Estabilización de 1959 pilotado por los tecnócratas del Opus Dei. En todo el periodo se produjeron pendulaciones de la política económica: el librecambismo anglófilo de Espartero (que llegó a bombardear Barcelona en 1842), el arancel moderado de 1847 (continuación de la reforma fiscal Mon-Santillán), el arancel Figuerola de 1869, el arancel de guerra de 1891, el arancel Cambó de 1922 y la postura de José Calvo Sotelo contra el patrón oro debida a los estudios de Flores de Lemus.[15]
La identificada como escuela de economistas liberales españoles estuvo formada por autores como José Alonso Ortiz, José Canga Argüelles, Álvaro Flórez Estrada y Valentín de Foronda.[16] A pesar de la divergencia de intereses con la burguesía industrial catalana (representados por la escuela proteccionista de Eudald Jaumeandreu), hubo también catalanes entre los economistas partidarios del librecambismo: Laureano Figuerola, Joaquín Sanromá, Luis María Pastor, los hermanos Bona o Joaquín Gisbert. Entre las instituciones identificadas con la tendencia librecambista estaban la Sociedad Libre de Economía Política y la Asociación para la Reforma de los Aranceles, además de otras más veteranas, como la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País y los Círculos Mercantiles e Industriales.[17] Entre las identificadas con la tendencia proteccionista estaban el Instituto Industrial, la Sociedad para el Fomento del Trabajo Nacional, el Fomento de la Producción Nacional y otras instituciones que desde 1771 venían funcionando como grupo de presión o patronal textil, precedentes del Fomento del Trabajo Nacional (denominado así desde 1889).[18]
Liberalismo en el Sexenio
El Sexenio democrático significó el acceso al poder de la izquierda liberal, desde los demócratas hasta los republicanos. Del mismo modo que socialmente la burguesía pasó de revolucionaria a conservadora,[19] el término "liberal" dejó de identificar las opciones radicales para pasar a ser un patrimonio común de todas las opciones centrales del sistema político, que únicamente excluía a las opciones extremas o marginales (carlismo y movimiento obrero). El mismo príncipe exiliado Alfonso de Borbón utiliza el término para calificarse a sí mismo en el manifiesto de Sandhurst (1 de diciembre de 1874):
Ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal.
Liberalismo en la Restauración
- Yo no sé, don José, cómo son los liberales, tan perros, tan inmorales.
- Oh, tranquilícese usté. Pasados los carnavales vendrán los conservadores, buenos administradores de su casa.
Liberalismo en el primer tercio del siglo XX
Liberalismo bajo el franquismo
Liberalismo en la Transición
Durante la Transición Española (desde 1975) y el actual sistema democrático, la existencia de partidos liberales ha sido muy minoritaria en términos electorales. El espacio político del liberalismo fue reivindicado por grupos muy opuestos entre sí:
- por la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, que contaba con una familia liberal (Garrigues Walker, Ignacio Camuñas, Manuel Clavero Arévalo);[24]
- por candidaturas unitarias de la oposición (en las elecciones de 1977 bajo la denominación Senadores por la Democracia, con Joaquín Satrústegui);
- por una parte de los nacionalistas catalanes, especialmente la Convergència Democràtica de Catalunya de Jordi Pujol (mientras que la otra parte de su coalición, Unió Democràtica de Catalunya era, como el Partido Nacionalista Vasco, uno de los fundadores históricos de la Internacional Demócrata Cristiana);[25]
- por los partidos e individuos, muy poco numerosos entre 1977 y 1982 (Antonio de Senillosa), mucho más a partir de esa fecha,[26] que se aproximaron a las sucesivas agrupaciones de la derecha ex-franquista (primero Alianza Popular, luego Coalición Democrática -donde se incluyó Acción Ciudadana Liberal de José María de Areilza- y luego Coalición Popular -AP-PDP-UL, siglas de Alianza Popular-Partido Demócrata Popular-Unión Liberal, siendo Pedro Schwartz el que encabezaba a los liberales-, todas ellas lideradas por Manuel Fraga), conglomerado que alcanzó su definitiva denominación en 1989 como Partido Popular (algunos de cuyos componentes se definen actualmente a sí mismos como liberales, en afirmaciones siempre polémicas -Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón-[27] );
- por otros grupos liberales, que alternativamente optaron por alguna de las integraciones anteriores (con el centro, con la izquierda o con la derecha política), o bien por una andadura en solitario, con o sin homologación internacional en la Internacional Liberal. En muchas ocasiones, las trayectorias de personalidades identificadas con la etiqueta liberal se entrecruzaron, entrando y saliendo de unos y otros partidos, coaliciones u operaciones, como ocurrió con José María de Areilza o con los hermanos Garrigues Walker. El único momento en que una opción exclusivamente identificada con lo liberal adquirió un gran protagonismo fue durante la denominada operación Roca (el intento de convertirse en un partido bisagra entre el PSOE y el Partido Popular, apoyando como candidato a presidente del gobierno a Miquel Roca, de la coalición catalana Convergència i Unió, y que presentó candidaturas en el resto de España -excepto Galicia- con el nombre de Partido Reformista Democrático en las elecciones de 1986, sin obtener ningún escaño).
Liberalismo español en la actualidad
Neoliberalismo español