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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

28 noviembre 2012

BÉTICA Y LUSITANIA

El primer emperador Octavio César Augusto, al terminar la conquista de Hispania con la guerra contra los galaicos, cántabros y astures (29-19 antes de nuestra era.), realiza en ella una nueva organización en provincias, subdivididas en conventos jurídicos (algunos dicen que fue ya en -27  pero Emérita Augusta, Mérida, capital de la nueva provincia de Lusitania, no se funda hasta -13  y hubo algunas modificaciones en los límites hasta -7):

artehistoriaestudios.blogspot.com/.../arqueología-roma-prov-bética-y....
16 Jun 2011 – En estas fundaciones podemos ver una política dirigida hacia la Lusitania y la Bética fundamentalmente, dejando casi abandonada, ...

ROMANIZACIÓN: Hispania

... poblaciones de la Hispania romanizada aparecen en este mapa, unidas por las ... dos nuevas provincias Lusitania, Bética y llamó Tarraconense a la Citerior.

Mapa general de España Antigua dividido en tres partes...

bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/i18n/consulta/registro.cmd?id=12638E Cartografía y Artes Gráficas Mapa general de España Antigua dividido en tres partes Bética, Lusitania y Tarraconense; con la subdivisión de cada... (Año de ...
 

Claves explicativas del mapa de las lenguas de Extremadura

personal.telefonica.terra.es/web/dialectus/20050929lusitaniaromana/-
29 Sep 2005 – Y por fin encuentro un mapa de la Lusitania que me convence. ... Y la frontera titubeante entre la Lusitania y la Bética de Plinio, donde el ...
La Bética fue romana hasta que en el 411, en el contexto de las Primeras Invasiones bárbaras, en virtud de un foedus pactado con el Imperio romano de Occidente, los suevos, vándalos y alanos se establecieron en la península Ibérica. Los vándalos silingos (dirigidos por Fridibaldo), más poderosos que sus hermanos asdingos, recibieron la fértil provincia de la Bética, donde permanecieron poco tiempo antes de pasar al Magreb. No es posible especificar en qué zonas de Andalucía se asentaron, debido a su corta permanencia y a la falta de hallazgos arqueológicos.[2]
Con la irrupción de los visigodos en el escenario político de la península Ibérica el 418, los vándalos fueron expulsados. La fuerte romanización y la fortaleza de una oligarquía territorial de la provincia, capaz de tener auténticos ejércitos propios, hizo de la Bética un territorio difícil de conquistar. Fue el último territorio controlado de facto por los visigodos, y el que mayor inestabilidad política presentaba. Muestra de ello es que en el año 521 el pontífice nombró vicario de la Lusitania y la Bética al obispo metropolitano de Sevilla (Salustio), dando a entender que la jurisdicción eclesiástica de Tarragona no controlaba los territorios del sur peninsular.
A partir del año 531 el rey visigodo Teudis llevó a cabo una rápida expansión hacia el sur, llegando a instalar su corte en Sevilla, para tener un mejor control de sus operaciones en el sur peninsular. Incluso llegó a dirigir una ofensiva, fracasada, contra el poder bizantino establecido en Settem (Ceuta). Finalmente la Bética quedó definitivamente integrada en el reino visigodo de Toledo, si bien cuando los intereses de la oligarquía terrateniente hispano-romana peligraban, se producían rebeliones, como las de Atanagildo y Hermenegildo.[3]
Presencia bizantina en la Península Ibérica.
La rebelión de Atanagildo, con apoyo de la oligarquía de la Bética, supuso la entrada en acción del poder bizantino, en expansión bajo Justiniano I. Una parte importante de la Bética y la Cartaginense, dada su importancia para el comercio en el Mediterráneo, fue conquistada e incorporada por dicho emperador bajo el nombre de Provincia de Spania, que estableció su capital en la mediterránea Malaca.[4] Para ello Justiniano debió contar con el apoyo fundamental de la población y élite vernácula, fuertemente romanizada, que estaba en contra de los visigodos y deseaba la vuelta al orden romano y católico. Sin embargo, la presencia bizantina en la Bética fue fugaz, ya que el reino visigodo de Toledo siempre quiso recuperar el litoral perdido. Las campañas, primero de Leovigildo y luego de Suintila, hicieron que se creara un poder unificado en la península Ibérica.
Los obispos católicos de la Bética, sólidamente apoyados por la población local, consiguieron convertir al rey visigodo arriano Recaredo y sus nobles. Durante el periodo visigodo, en lo religioso y cultural San Leandro y San Isidoro fueron personalidades fundamentales, que desempeñaron su labor principalmente en Sevilla.[5]
La batalla del Guadalete, librada el 711 en tierras béticas por Rodrigo, rey visigodo que antes había sido duque de la Bética, fue la lucha definitiva en la pérdida de Hispania por parte del poder godo. Los musulmanes bereberes del norte de África junto a élites árabes conquistaron la Bética y la mayor parte del resto de Hispania, estableciendo primero el emirato y posteriormente el Califato de Córdoba, cuya capital se estableció en Córduba, la misma ciudad que lo era de la Bética, provincia que a partir de entonces dejó de existir como tal, aunque siguió siendo el centro neurálgico de al-Ándalus.
Fuente:
Wikipedia

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