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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

08 noviembre 2012

Los miedos que atenazan al ser humano

          Las religiones han tenido generalmente una posición dominante durante miles de años en sus sociedades, y sus oponentes no han tenido siempre la oportunidad de expresar sus puntos de vista en público. Las opiniones ateas se castigaban duramente. Por ello es raro encontrar opiniones ateas en la historia oficial. No ha existido ningún período cultural donde todas las personas compartieran su creencia en dioses o fuerzas sobrenaturales. Fue a partir del siglo XVIII cuando la situación empezó a liberarse. No se puede pretender seguir apoyando estas imposiciones…, algo que deberían de hacer los propios creyentes, pues los que estamos “fuera” no podemos intervenir, porque justamente rechazamos todas las “intervenciones” que a diario realizan los que se creen llamados a liderar a la sociedad en asuntos morales.
  
Es necesario tender puentes y encuentros entre los hombres y mujeres que se declaran ateos, o creyentes en cualquier religión. Los ateos no ponen en tela de juicio la fe de los creyentes, sino en las instituciones religiosas que pretenden imponer sus  credos y dogmas  apoyadas por algunos gobiernos.

¿Por qué se mezcla ateísmo y comunismo?

¿Qué interés moviliza a algunas religiones a mezclar el ateísmo con el comunismo?, las personas sin dioses son amantes de la libertad en todas sus manifestaciones,  la base del pensamiento ateo nace de la contemplación de la naturaleza y la racionalidad humana más sincera. El ateísmo, es conservador, liberal, progresista, y profundamente democrático, siendo su pluralidad tan amplia que no se puede definir ideológicamente.

Demócrito, Epicuro o Lucrecio ya en la época romana afirmaban que sólo existe la materia formada por átomos, por lo que los dioses no existían… Epicuro incluso llega a afirmar que la no existencia de los dioses es clave para mostrar que no debemos temer al destino, ya que la no existencia de los dioses determina que no estamos predestinados, eliminando así el miedo al destino.
          Según Epicuro, la base de todo el conocimiento es “la sensación”, y se produce cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. El ser humano reacciona ante cada sensación, con dolor o con placer, dando lugar a los sentimientos, que son la base de la moral. Cuando las sensaciones se repiten numerosas veces, se graban en la memoria y forman así lo que Epicuro denomina las "ideas generales". Para que las sensaciones constituyan una base adecuada, sin embargo, deben estar dotadas de la suficiente claridad, al igual que las ideas, o de otro modo nos conducirán al error.
La lucha contra los miedos que atenazan al ser humano es parte fundamental de la filosofía de Epicuro; contra los cuatro miedos más generales y significativos: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien.
Epicuro, entendía que los dioses no se preocupaban por nuestras vicisitudes, eran seres demasiado alejados de nosotros los humanos,  por lo que no tenía sentido temerles.
En cuanto al temor a la muerte, lo consideraba un sin sentido, puesto que “todo bien y todo mal residen en la sensibilidad y la muerte no es otra cosa que la pérdida de sensibilidad”. La muerte en nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos.
Temer al futuro, decía Epicuro, carece de sentido puesto que: “el futuro ni depende enteramente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente, ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca”.
Según los criterios ateos las personas no tienen ningún motivo para creer en dioses, ni existe información válida que apoye ese pensamiento. El ateísmo del siglo XXI representa un ateísmo-personal que tiene sus raíces esenciales en la capacidad de entender, querer y respetar los sentimientos humanos. Declarándose  neutral y tolerante ante las creencias individuales de los colectivos creyentes. Este ateísmo tolerante es el que empieza a ser el más común en la cultura occidental.
   

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