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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

01 octubre 2012

REGISTROS SUMERIOS
Enheduanna

Enheduanna es la autora más antigua de la Historia, porque escribió los primeros textos que se pueden atribuir a un autor. Es también la única mujer entre los grandes autores de la literatura mesopotámica, vivió en torno al 2400 antes de nuestra era, fue una figura literaria de renombre, fue una poeta acadia, hija del rey Sargón de Akkad.[1]
Fue nombrada por su padre suma sacerdotisa de Nanna o Nannar, el dios-Luna sumerio, una de las mayores divinidades del panteón mesopotámico, en Ur. Después, otras hijas de los reyes que dominaron Mesopotamia ocuparon aquella misma función (coma Enmenanna, hija de Naram-Sin de Akkad, hasta la hija de Nabonid, rey de Babilonia en el siglo VII antes de nuestra era.
Enheduanna es sobre todo célebre en Mesopotamia por haber sido una poetisa brillante. La más célebre de sus obras es un himno dedicado a Inanna de Ur (a veces llamado Exaltación de Inanna), y otros cinco poemas le son igualmente atribuidos. Sus temas son religiosos: himnos al dios Nanna y a su templo de Ur, mas también a la diosa Inanna, protectora de la dinastía de Akkad. Enheduanna es la autora más antigua de la Historia, porque escribió los primeros textos que se pueden atribuir a un autor. Es también la única mujer entre los grandes autores de la literatura mesopotámica.
El sistema de escritura cuneiforme fue, probablemente, una creación sumeria. Poco a poco, los pueblos vecinos comenzaron a reconocer su carácter práctico, por lo que decidieron adoptarlo para sí y adaptarlo a sus propias lenguas.
La inmensa mayoría de las piezas literarias sumerias se disponen en forma poética y se caracterizan principalmente por la hábil utilización de la repetición y el paralelismo, así como de otras figuras retóricas como la metáfora o el símil. En cuanto a su calidad, la mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que las obras literarias sumerias son inferiores a los clásicos griegos y hebreos en sensibilidad, percepción, profundidad y maestría, no obstante, una cuestión de gusto, estas literaturas más refinadas, probablemente no habrían llegado a gestarse nunca de no ser por los innovadores y precursores poetas y escribas sumerios que les allanaron el camino.
Debate disputado entre <<El pico y el arado>>
Hete aquí el Pico, el pico, el que está atado con cuerdas,
el Pico de álamo con un diente de fresno,

el Pico de tamarisco con un diente de “madera marina”,
el Pico de dos dientes, de cuatro dientes,
el Pico, pobre hombre, siempre perdiendo su taparrabos,
el Pico retó al Arado.

<<Yo agrando: ¿tú qué agrandas?
Yo amplío: ¿tú qué amplías?
Cuando el agua irrumpe, yo la contengo,
tú no llenas las cestas de tierra,
no mezclas arcilla, no haces ladrillos,
no pones cimientos, no construyes casas,
no refuerzas la base de los viejos muros,
no enderezas los tejados de los hombres honrados,
no enderezas los bulevares.
Arado, yo agrando: ¿tú que qué agrandas?
Yo amplío: ¿tú qué amplías?>>

<<Yo, el Arado, moldeado por un gran brazo, armado por una gran mano,
soy el noble secretario de los campos del Padre Enlil,
soy el leal labrador de la humanidad.
Cuando se celebra mi festividad en el campo durante el mes de Shunumun,
el rey sacrifica bueyes para mi, multiplica las ovejas para mí,
escancia cerveza en los vasos de piedra.
El rey trae las aguas recogidas,
los tambores y las panderetas suenan con estrépito,
y yo…. Para el rey.
El rey aferra mis puños,
engancha  los bueyes a los yugos,
todos los grandes nobles caminan a mi lado,
todos los reinos están llenos de admiración,
la gente nos contempla con júbilo.
Los surcos que yo abro adornan la estepa,
junto a las espigas de grano que planto en los campos
los innúmeros animales de Sumugan se arrodillan,
junto a mi grano maduro, listo para ser cosechado,
las hojas de la hoz, las poderosas, compiten entre sí.
Después de….el grano se haya cosechado,
es una mantequera de pastor descansando.
Mis almiares diseminados por los campos
son las  ovejas de Dumuzi descansando.
Mis montones esparcidos por la estepa
son montículos verdes llanos de encanto.
Almiares y montones (de grano) apilo yo para Enlil,
para  Emmer amontono trigo,
lleno los almacenes….
El huérfano, la viuda, el indigente,
cogen las cestas de junco,
recogen mis espigas diseminadas.
Mi paja (esparcida) por los campos,
permito al pueblo que la lleve a sus casas,
(mientras) los innúmeros animales de Sumugan avanzan a su lado.

<<(Sin embargo, tú) Pico, mísero cavador de huecos, mísero diente extractor,
(tú) Pico, que trabajas y te revuelcas en el barro,
Pico que hundes tu cabeza en el campo,
Pico y molde de ladrillo que pasáis los días en medio del sucio barro,
Que….es inapropiado para la mano del príncipe,
cuya cabeza adorna la mano del esclavo,
tú, ¡te atreves a proferir duros insultos contra mí!
¡Te atreves a compararte comigo!
Vete a la estepa, ya he tenido (bastante) de ti,
del que me insulta (diciendo): “Arado, cava, cava agujeros”>>.

<<Arado….,
yo voy por delante de ti en la casa de Enlil,
hago zanjas, hago canales,
lleno los prados de agua.
Cuando las aguas inundan el cañaveral,
mis pequeñas cestas lo sacan de allí.
Cuando el río se desborda, cuando el canal se desborda,
cuando el agua irrumpe como la crecida de un río,
y todo lo convierte en pantano,
yo, el Pico, levanto diques alrededor,
que ni el Viento del Norte ni el Viento del Sur pueden romper,
(y así) el cazador de aves coge los huevos (sin molestias),
el pescador pesca el pez,
la gente recoge los cepos,
mi abundancia colma todos los campos.
Tras drenar el agua de los prados,
después de que la tierra húmeda quede lista para ser trabajada,
te precedo, Arado, en el campo,
te limpio (su) superficie y los bordes de los diques,
para ti apilo las malas hierbas del campo,
para ti acopio los tocones y las raíces del campo>>.

<<(tú) que trabajas el campo, y lo dejas todo pisoteado,
seis son tus bueyes, cuatro tus hombres, el undécimo tú.
Todos los trabajadores preparados huyen del campo,
¡(y aún) osas compararte conmigo!
Cuanto tú, a gran distancia de mí, sales al campo,
miras extasiado tu único surco.
Cuando pones tu cabeza a trabajar
(y) acabas enredado entre raíces y pinchos,
tu diente se rompe, tu diente es reparado,
(pero) no puedes mantenerlo así,
tu labrador (disgustado) dice de ti “El arado es una porquería”.
Contratan entonces carpinteros para ti, corretea gente en torno a ti,
los que hacen los arreos raspan un cuero áspero,
traen ganchos curvos,
trabajan mucho con las palancas,
(hasta que) una mala pieza de cuero es colocada en tu cabeza>>.

<<Tú, de logros exiguos (pero) de modos orgullosos,
yo trabajo doce meses,
(pero) el tiempo en que tú estás presente (para trabajar) es de cuatro meses,
(mientras que) el tiempo que desapareces es de ocho meses.
Estás ausente el doble de lo que estás presente>>.

<<Yo, el Pico, vivo en la ciudad,
a nadie rindo honores tanto como a mí.
Soy un criado que sigue a su amo,
construyo  la casa a su propietario,
hago más grande el establo, amplío el redil,
mezclo la arcilla, hago los ladrillos,
pongo los cimientos, construyo las casas,
refuerzo la base de los muros,
sello los tejados de los hombres honrados,
yo, el Pico, enderezo los bulevares>>.

<<Habiendo cercado la ciudad, construido sólidos muros a su alrededor,
levanté allí los templos de los dioses,
los adorné con arcilla roja, arcilla amarilla, arcilla multicolor.
Construí la ciudad real,
donde moran los inspectores (y) supervisores.
Gracias a mí, que restauré su arcilla debilitada (de la ciudad), que reforcé su frágil arcilla,
ellos (los trabajadores) se refrescan en casas sólidas.
Al  lado del fuego que el Pico enciende, todos se repantigan,
(pero) tú (Arado) no acudes a su fiesta.
Ellos comen y beben, reciben sus salarios,
(de modo que) hago posible que el trabajador mantenga a su esposa (e) hijos.
Construyo el horno al barquero, le caliento la brea,
construyo para él bote (y) barca,
(de modo que) hago posible que el marinero mantenga a su esposa (e) hijos.
Planto el huerto a (su) dueño,
habiendo cercado el huerto, rodeádolo con muros después de que (las partes) lleguen a un acuerdo,
la gente me agarra a mí, el Pico.
Tras haber cavado sus pozos, levantado sus postes
(y) construido su noria, arreglo sus acequias,
yo soy quien lleno de agua sus acequias.
Después de que hayan florecido los manzanos (y) haya nacido la fruta,
su fruto es apropiado para adornar los templos de los dioses,
(de modo que) hago posible que el hortelano mantenga a su esposa (e) hijos>>.

<<Habiendo trabajado en el río junto al Arado, habiendo arreglado allí sus caminos,
(y) construido una torre en sus orillas,
los  hombres que pasaban el día en los campos,
el trabajador que pasaba la noche en los campos,
en la torre que yo había elevado,
esta gente se repuso como en una ciudad bien construida,
en los pellejos de agua que se le habían hecho, vierto agua para ellos,
pongo “vida” en ellos,
(sin embargo) tú, Arado, me insultas (diciendo): “Cava, cava canales”,
(cuando) yo, de la estepa reseca,
he extraído  su dulce agua,
aquel que tiene sed resucita al lado de mis acequias>>.

Después de que el Pico hubiera terminado su parte de la disputa, el Arado no dispuso de oportunidad de rebatir. En su lugar,  el autor concluyó la contienda con el veredicto del gran dios Enlil, quien dictaminó a favor del Pico. Según un mito sumerio, el propio Enlil había creado el Pico para uso del hombre, y proclamó al Pico vencedor frente al Arado.

Fuentes:

Wikipedia

CUENDO LOS DIOSES HACÍAN DE HOMBRES
 (Jean Bottéro y Samuel Noah Kramer)


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