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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

24 octubre 2012

Un nuevo movimiento está creciendo: la economía del bien común
<<Es importante rebelarse e indignarse por la inmoralidad de los llamados mercados libres y por la pérdida progresiva de los valores democráticos. Es igual de importante comprometerse con alternativas democráticas, solidarias y ecológicas. La economía del bien común representa un modelo que aúna todas estas ideologías. ¡Comprometeos con la economía del bien común!>>
Consolidación de la separación de poderes
Rara vez un principio básico no se discute. El principio democrático de la separación de poderes es uno de esos casos afortunados. Cuanto más elemental nos resulta hoy en día la separación de los poderes del Estado entre Parlamento, gobierno y justicia, y su control recíproco, menos reflexionamos y nos cuestionamos qué pensamiento fundamental se encuentra realmente detrás de dicha separación: ¿cuál es el objetivo esencial de este principio? Se trata de que el poder no debe estar muy concentrado para que no se abuse de él. Ninguna instancia debería ser demasiado poderosa en relación con las demás, porque se acabaría la libertad colectiva: la democracia. Hay tanto en juego que el principio de la separación de poderes bien merece una reflexión más intensa y un desarrollo consecuente.
Ya hemos empezado a debatir de hecho el primer paso de este desarrollo: la separación de poderes más eficiente entre pueblo soberano y sus representantes.  En realidad, ¿por qué elige el pueblo soberano representantes? Porque en la mayoría de los países vive tanta gente que no pueden participar todos de forma coherente en todas las elecciones. La democracia básica encuentra su limitación en el número de personas que participen en ella. Detrás de la elección de gobierno y Parlamento se esconde una separación de tareas; no se trata de crear un nuevo órgano per se más importante que el pueblo soberano. Gobierno y Parlamento son sólo sus agentes (representativos), cuyo objetivo consiste exclusivamente en ejecutar la voluntad del pueblo soberano. Que sea realmente esto lo que hace el gobierno no está sujeto a garantía alguna. La tentación de abusar del poder temporal es mayor cuantos menos derechos de control tiene el pueblo y más poderosos son los grupos de interés que inundan el gobierno. <<No hay nada más peligroso que la influencia de grupos de interés privados en los asuntos públicos>>, escribió Jean-Jacques Rousseau ya en 1762. Sería funesto que el pueblo soberano tuviera las manos atadas hasta la siguiente legislatura (elecciones) y sólo le restara esperar, sin amparo, que el gobierno cumpla su voluntad. Entonces sucede justo lo que cada vez se está convirtiendo en más habitual: gobierno y Parlamento se convierten en una <<dictadura temporal>>, porque se someten a los lobbies más insistentes o incluso han sido impuestos por ellos. El ignorado pueblo soberano puede protestar y manifestarse, pero ¿qué logra con eso, si no tiene ningún derecho? ¿No tiene más sentido que la ciudadanía corrija en cualquier momento al mandatario cuando éste no hace lo que ella quiere? Rousseau opinaba que el pueblo soberano debía <<limitar, modificar y retirar el poder que había depositado en el gobierno, siempre que quisiera>>.

Fuente:
La economía del bien común
Christian Felber

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