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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

19 abril 2013

LAS DIEZ CRISIS DEL CAPITALISMO

La persecución del <<interés propio>> (Smith) como fin supremo en competencia recíproca conduce, en contra de todo pronóstico y promesas de la teoría de la economía de mercado, hacia:


1.      Concentración y abuso de poder. A causa de la obligación de crecimiento inmanente al sistema (la meta es ser más grande, más poderoso, en definitiva, un global player) se han creado corporaciones gigantescas que abusan del poder del mercado, cierran mercados, bloquean la innovación y devoran o expulsan del mercado a sus competidores. <<Conquista de cuota de mercado>>, rebosantes <<fondos de financiación>>, adquisiciones <<hostiles>>: el lenguaje económico desenmascara de qué trata en definitiva la búsqueda del beneficio propio.
2.      Interrupción de la competencia y formación de cárteles. Si todavía quedan algunos pocos, la lucha de unos contra otros puede tornarse en cooperación relámpago, entendida como táctica y no como un principio. La meta es la misma: el beneficio máximo. Si el poder permite crear cárteles y oligopolios, entonces el camino ya está perfilado en tanto que es más efectivo que la competencia. En un ámbito de competencia hay perdedores, con la cooperación ganan todos. Por este motivo cooperan asociaciones de empresas en la medida de lo posible. (Lo que es, muy a pesar suyo, una muestra fea de la supremacía de la cooperación. Fea, porque la cooperación en estas circunstancias no es la meta sino un medio para un falso objetivo: aprovecharse de los demás.) En el rescate de los bancos hoy en día se ha podido ver que no se trata de competencia y mercado, sino de la seguridad (nacional) de beneficio y poder. Para este fin cooperan las élites económicas y políticas, dejando a un lado la competencia, que evidentemente no es la meta.
3.      Localización de la competencia. Los países intentan atraer a las empresas y mejorar sistemáticamente las condiciones para obtener beneficios: dumping salarial, social, en  materia de impuestos y de medio ambiente, que favorece a los grupos internacionales en detrimento de las pymes locales y a favor de atractivas ofertas especiales tales como la confidencialidad bancaria o la renuncia a supervisar y regular la banca, contempladas como <<ventajas locales>>. Cuando el egoísmo de las empresas se extiende al Estado florece el nacionalismo en medio de la supuesta <<globalización>>.
4.      Política de precios ineficaz. Los precios a menudo no son el resultado racional de los que participan en los mercados, sino que expresan las relaciones de poder. El poder de ofertar y el de demanda están repartidos de manera desigual. Por eso, los precios reflejan los intereses de los poderosos y no los costes o necesidades reales. Por ejemplo, a menudo el valioso cuidado de niños, enfermos, mayores o jardines no logra ningún precio, mientras que el cuidado de los fondos de inversión de alto riesgo (hedge funds) alcanza precios astronómicos, aunque su utilidad social sea negativa.
5.      Polarización y miedo sociales. La economía de mercado de poder. Cuanto más grande –global- es la <<libre competencia>>, más grandes son los desniveles de poder entre los participantes y con ello las desigualdades y la brecha entre ricos y pobres. En Estados Unidos el ejecutivo mejor pagado gana 350.000 veces el salario mínimo legal. Esto nada tiene que ver ni con una <<política de precios racional>>, ni con la eficacia, ni con la justicia. Tiene que ver exclusivamente con el poder. Como consecuencia, disminuye la confianza de la sociedad y aumenta el miedo. En Estados Unidos la confianza ha disminuido de un 60 por ciento en 1980 a un 40 por ciento en 2004. Por el contrario, el nivel de miedo en el este de Alemania ha aumentado del 24 por ciento en 1991 al 45 por ciento en los últimos años.
6.      No satisfacción de necesidades básicas y hambruna muestra la poca disposición de la globalización capitalista de la economía de mercado para satisfacer las necesidades básicas y con ello proteger los derechos de los seres humanos. El número de personas que sufrían hambruna a mediados de los noventa era inferior a los ochocientos millones. En 2009, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la cifra ascendía a 1.023 millones. La satisfacción de las necesidades básicas no es la meta del capitalismo, sí lo es aumentar el capital. En muchos casos esto conduce a que las necesidades básicas de quienes carecen de poder adquisitivo simplemente no se atiendan (alimentación, suministro de medicinas, vivienda o educación). Y para quienes tienen poder adquisitivo, y las necesidades básicas cubiertas, se inventan nuevas necesidades (por ejemplo, comida adictiva, Gameboys, cirugía plástica o todoterrenos para la ciudad). En el capitalismo, creatividad e inversión están sistemáticamente mal administrados.
7.      Destrucción ecológica. Como el capitalismo tiene como meta suprema la ampliación de capital financiero (y no el bien común), el resto de los objetivos, como el medio ambiente, bajan de posiciones en su lista de prioridades. La ONU en su Millennium Synthesis Report establece que entre 1950 y 2000 ha empeorado la salud de casi todos los ecosistemas del planeta (mares, prados, ríos, montañas, bosques). Se acercan al límite y tarde o temprano van a colapsarse. Los efectos vitales de estos ecosistemas para las personas están en peligro: la estabilidad del clima, la regulación de la humanidad y de la temperatura, el control de enfermedades y plagas, la fertilidad y la capacidad de absorción del suelo. Persiguiendo ciegamente el aumento del capital financiero y no el bienestar de todos, el capitalismo destruye los fundamentos vitales del ser humano y de la economía.
8.      Pérdida de sentido. La acumulación de valores materiales es el fin del capitalismo y pronto sobrepasa lo que sería un efecto secundario razonable, satisfacer las necesidades básicas, doblegando otros valores tales como la calidad de las relaciones y del medio ambiente, tiempo de bienestar, creatividad, autonomía. El horario laboral remunerado en la Unión Europea entre 1995 y 2005 aumentó un 8 por ciento. El impulso consumista se ha convertido en adicción a comprar. Cada vez más personas son incapaces de encontrar sentido a otra cosa que no sea ganar dinero y consumir porque cada vez son más ajenas a sus deseos reales, a sus ideales.
9.      Deterioro de los valores. Hoy en día, en economía ascienden especialmente las personas antisociales. Si se trata de optimizar objetivos cifrados, las personas <<más capaces>> de esconder el resto de los objetivos –humanos, sociales, ecológicos- son las que resultan culturalmente <<seleccionadas>>. En la actualidad, los egoístas pueden tener especialmente éxito. Si en la economía se recompensa sistemáticamente el egoísmo y las actitudes competitivas, si se tiene por personas exitosas a aquellas que progresan a base de emplear esta dinámica de incentivos, entonces se deterioran los valores en todos los ámbitos sociales. Empezando por la política y los medios, y terminando por las relaciones entre las personas. <<El carácter capitalista configura el carácter de la sociedad>>, enunció ya Erich Fromm.
10.   Supresión de la democracia. Si la persecución del beneficio en interés propio es el objetivo principal, entonces, los implicados activamente en la economía ponen en marcha de manera consecuente toda la maquinaria posible para alcanzar esa meta. No sólo las relaciones humanas, los talentos personales o los recursos naturales son usados como instrumentos, evidentemente, también la democracia se convierte en medio. La ética del <<interés propio>> de Smith ya decía al respecto que el bienestar aparece-o eso se espera- como efecto secundario. La realidad sin embargo parece diferente. Multinacionales, bancos y fondos de inversión se han hecho tremendamente poderosos a través de grupos de presión, la posición de grupos mediáticos, la financiación de partidos políticos, o la influencia en parlamentos y gobiernos, para lograr maximizar sus propios intereses y no el bien común. La democracia se convierte así en la última y más prominente víctima del <<mercado libre>>.

Fuente:
La economía del bien común
ISBN: 978-84-234-1280-8

Para Todos La 2 - Entrevista: Christian Felber. Economía del Bien ...

www.rtve.es › TelevisiónLa 2Para todos La 2
06/06/2012
Economía del Bien Común., Para todos La 2 online, completo y gratis en RTVE. es A la Carta. Todos los ...

http://www.eldiario.es/colaboratorio/Economia-Bien-Comun-utopia-congruente_6_103299676.html

http://www.lasexta.com/videos-online/programas/salvados/noticias/jaume-sola-habla-privatizacion-agua_2013042100082.html

http://www.lasexta.com/programas/sexta-noche/opinion-revilla/revilla-nos-vamos-encontrar-noticia-que-espana-tiene-paro_2013042000126.html

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