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"Ninguna persona tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona por sus creencias religiosas o ateas.Si vamos a vivir juntos en este planeta, debemos aprender un tipo de tolerancia que sea absolutamente vital para la convivencia como seres humanos civilizados."

13 abril 2013

PROVERBIOS Y ADAGIOS SUMERIOS.

Una de las características fundamentales de los proverbios en general es la del alcance universal de su contenido. Si alguien experimenta la tentación de albergar dudas sobre la fraternidad de los hombres y la humanidad que comparten todos los pueblos y todas las razas, que eche un vistazo a sus sentencias y sus máximas, a sus adagios y sus preceptos, pues éstos, más que en cualesquiera otros textos literarios, trascienden las diferencias de civilización y de medio y descubren lo fundamental de nuestra naturaleza, independientemente del lugar y época a la que pertenezcan. Los proverbios sumerios que han llegado hasta nosotros fueron reunidos y escritos hace más de 3.600 años y muchos de ellos son con toda seguridad herencia de una tradición oral que se remontaría varios siglos atrás ya en la época en que fueron puestos por escrito.

Son la obra de un pueblo profundamente distinto de nosotros tanto por su lengua como por el medio en que se movían, por sus usos y costumbres, por su política, su economía y su religión, y sin embargo, la mentalidad básica que revelan es extraordinariamente semejante a la nuestra. Apenas nos cuesta reconocer en ellos el reflejo de nuestros propios impulsos y actitudes, de nuestras  flaquezas y debilidades, de nuestras confusiones e incertidumbres.
He aquí, por ejemplo, al quejumbroso que atribuye todos sus fracasos al destino y que no cesa de lamentarse diciendo <<Nací en un día infausto>>.
También tenemos a los que siempre están dando explicaciones y haciendo gala de lo que no son más que excusas obvias, a pesar de que la realidad proclame meridianamente lo contrario. De éstos decían los antiguos:

¿Se pueden hacer hijos sin tener relación?
¿Puede uno engordar sin comer?

Lo que los sumerios pensaban de sus inadaptados lo encontramos en el siguiente dicho:

Si te meten en el agua, se volverá fétida;
si te cuelan en un huerto, se pudrirán sus frutos.

Al igual que entre nosotros, las cuestiones económicas provocaban no pocas dudas y confusiones. Y nuestros antiguos decían:

Estamos condenados a morir; gastemos, pues;
viviremos aún muchos años; ahorremos, pues.

O también:

La cebada temprana prosperará: ¿Qué sabemos nosotros?
La cebada tardía prosperará: ¿Qué sabemos nosotros?

No hace falta decir que en Sumer no dejaba de haber sus pobres con sus problemas, que se resumen bastante bien en los siguientes versos que hacen uso del contraste:

Al pobre más le valdría estar muerto que vivo:
si tiene pan, no tiene sal,
si tiene sal, no tiene pan,
si tiene carne, no tiene cordero,
si tiene cordero, no tiene carne.

El pobre tenía que recurrir con frecuencia a sus ahorros, tal y como queda claro en este proverbio sumerio: <<El pobre se roe todo su dinero>>. Y cuando los ahorros se habían agotado, había que recurrir al equivalente de nuestros feroces prestamistas. De ahí el proverbio: <<El pobre toma prestado dinero y preocupaciones>>, que se puede comparar con el dicho inglés: (<<Dinero de prestado, pronto es lamentado>>).
En conjunto, puede decirse que los pobres de Sumer eran de carácter humilde y resignado. Nada nos permite suponer que alguna vez se rebelaran conscientemente contra las ricas clases dirigentes. Sin embargo, el proverbio <<No todas las casas pobres son igualmente sumisas>> parece indicar, si la traducción es correcta, cierta conciencia de clase.

Quien tiene mucho dinero puede ser dichoso,
quien posee mucha cebada puede ser dichoso,
pero el que nada posee puede morir.

En ocasiones, el hombre pobre reparaba en que su desgracia se debía no a su incapacidad, sino a la de aquellos con quienes se había vinculado en la vida:

Soy un corcel de raza,
pero voy uncido con un mulo
y tengo que tirar de la carreta,
y transportar cañas y bálago.

Del artesano pobre que, paradójicamente, no podía siquiera adquirir los objetos que fabricaba, el sumerio decía: <<<Siempre lleva el criado el traje sucio>>.
Dicho sea de paso, los sumerios daban mucha importancia al vestido. Decían: <<Todo el mundo siente simpatía por el hombre bien vestido>>.
En cuanto a los criados, algunos de éstos al menos parece que consiguieron adquirir algún tipo de instrucción, a juzgar por el dicho: <<Es un criado que verdaderamente ha estudiado sumerio>>.
Resulta también evidente que, sus colegas modernos, los taquígrafos, los escribas sumerios no siempre lograban anotar por entero aquello que se les dictaba. De ahí el dicho sumerio:

El escriba cuya mano corre de acuerdo con la boca (es decir, con la palabra dictada),
si es un escriba digno de este nombre.

Porque en Sumer había escribas que no eran muy duchos en ortografía. Al menos la siguiente pregunta retórica así nos lo permite suponer:

Un escriba que no sabe sumerio,
¿qué clase de escriba es?

Fuente:
La historia empieza en Sumer
Samuel Noah Kramer
ISBN: 978-84-206-7969-3

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11/01/2008 - Subido por EderNauta
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